El baile y los baches de la A 2 (06-10-14)

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    No, no es que ahora vayamos a recordar aquella estupenda canción que era un éxito en la España de 1988 lanzada por La Guardia y titulada «El Blues de la Nacional II». Aquella fue la España de la juventud de quien esto os escribe y por tanto formó parte de mi banda sonora, junto a otros éxitos rockero-camioneros, como el estupendo «Quiero un camión» de Loquillo. Sí, ya veis, no nos dió precísamente por la música clásica…

    Y bueno, sería muy bueno recordar como hacía el grupo La Guardia al Tío Braulio y su Pegaso averiado en la N-II como hacían ellos en su fantástico blues… Pero no, en el último viaje que entre reportaje y reportaje nos ha llevado a circular por enésima ocasión por la ruta entre Barcelona y Madrid, ahora denominada como A2 en la cartografía, nada más cruzar el límite provincial y autonómico que separa Fraga de Lleida empezamos a pensar en aquel Blues de la NII. Por desgracia los tiempos cambian y quien ahora circule por la A2, heredera de la NII, no bailará un dulce blues con aroma nostálgico y rockero sinó más bien una dura música máquina que puede partirte tan fácilmente el espinazo como el chasis de tu camión. Sí, así de duro. No se trata de baches sinó de auténticos cráteres los que tienen que desafiar los transportistas y el resto de usuarios de la puñetera autovía en cuestión. A juzgar por el patético estado de conservación, es un decir lo de conservación, del asfalto de la autovía A 2 nadie diría que este es el principal eje viario por el que se mueve el transporte de mercancías por carretera en nuestro país, junto al corredor del Mediterráneo. Viendo como se trata a esas mercancías que son la plasmación de las exportaciones que deberían sacarnos de la crisis, algo falla en este país. ¿Quién decide las prioridades de gasto? ¿Las decide alguien? 

    La verdad es que viendo esos baches que ponen en peligro la conducción en la A2 quizás el calamitoso asfalto que une Barcelona y Madrid no es más que el mejor reflejo de la actual situación política que también amenaza con separar ambas capitales… Quizás valdría la pena empezar a tapar baches, dejarse de tanta discusión política y dedicar un poco de más esfuerzo y capital al asfalto. Nadie se ganó una estatua por asfaltar una carretera, pero a buen seguro los riñones de un montón de profesionales del volante lo agradecerían.