Duelo en la Interestate El tuneo de un Pete según un autónomo y un flotista
Tras los espectaculares cromados de las parrillas de un Peterbilt, el camión norteamericano tuneable por excelencia, cuyos frontales brillando bajo el sol nos anuncian una auténtica catedral camionera, se esconden las mismas inquietudes propias de un transportista, que en cualquier otra parte del globo terráqueo. También allí el duelo entre autónomos y empresarios es una realidad cotidiana.
Por Joan Garriga y Arantxa Fuertes
El Low Life
Vistos desde lejos, los típicos Trucks conventional americanos, es decir los camiones de morro de toda la vida, parecen algo asociado a una forma de ver el oficio de transportista como algo exento de problemas, casi sin preocupaciones económicas. Sin embargo la realidad es bien distinta, pues el transportista también al otro lado del Atlántico trabaja sometido a horarios de las entregas y recorre de punta a punta aquel enorme país siempre preocupado por los precios de los portes y la cotización del gasóleo en los diferentes estados que debe cruzar. Sin embargo, salta a la vista, nuestros colegas estadounidenses tienen la posibilidad de trabajar con unas máquinas mucho más espectaculares que las nuestras, aunque no por ello ,menos eficaces. Y si de camiones espectaculares americanos se trata, Peterbilt debería ser nuestra marca.
Peterbilt azul
Autónomo polifacético. Así nos lo deja clarísimo de entrada Kriss junto a su espectacular y personalísimo Peterbilt azul, modelo 379 de 1998. Como si un hermoso conventional americano no pudiera más que ser un Peterbilt, Kriss no ha dudado en rebautizar a su criaturita como Lowlife, eliminando la placa del fabricante de su puesto en el radiador e incluso modificando la estatuilla que constituye su logo por otra similar pero de semblante más risueño. Así pues estamos ante la única unidad existente en el planeta de un Lowlife, una expresión que podría traducirse como vida rebajada.
Y es que según nos cuenta el gerente, comercial, principal accionista y conductor de la Kriss Trucking, que además es el diseñador, mecánico y operario de la Lowlife, este es un Peterbilt muy especial: «Me gusta trabajar en una máquina especial, en un camión que siento mío y al volante del cual voy a gusto. Hago este trabajo porque es lo que me gusta. Me gusta ser camionero porque mi padre lo era antes que yo y a mi ya me gustaba ese oficio cuando era niño y viajaba con él en su camión.» El tuneo de un Pete según un autónomo y un flotista
Kriss y sus tatuajes al volante del Low Life
El interior del Low Life mantiene los tonos azules
Ni mucho menos, puesto que según nos aclara este fan de las toneladas pintadas de azul metalizado, con el Low Life además ha ahorrado dinero: «Un camión nuevo equivalente a esta tractora, que cuenta con motor Cat de 550 CV y una transmisión de 18 velocidades es algo que podría costar cerca de 140.000 dólares.
Detalle del pomo de la reductora
Yo invertí un montón de horas de mi propio trabajo para transformar el Peterbilt original 379 que compré, pero lo cierto es que gracias a ese esfuerzo puedo decir que este camión tal y como lo ves ahora me ha costado la mitad de ese dinero. Y además me gusta mucho más que cualquier otro.» Kriss ríe satisfecho, está habituado a mostrar su máquina con orgullo y cuando los viajes y el presupuesto se lo permiten no duda en acudir a un par de concentraciones anuales de camioneros, donde los vehículos personalizados compiten por el mejor premio, el que se ofrece como resultado de las votaciones del público.
Gusto original
Nadie adelanta a Kriss sin reconocerle
El messieur trucker
En el otro extremo del tuneante mundo de los Peterbilt superespeciales que podemos encontrar en un concurso Pride & Polish para camiones decorados encontramos al Little Train of Happyness, es decir Pequeño Tren de la Felicidad. Su propietario es un transportista Quebequés sin ninguna clase de complejos ni intención de pasar desapercibido allá por donde vaya. Este transportista canadiense es propietario de una compañía de 25 camiones que realiza transporte no sólo por su Canadá natal sinó también por la práctica totalidad de los Estados Unidos.
Esto es así ya que desde el Canadá francófono, en la costa este del país, sus destinos habituales son Arizona, Texas y California. Vamos, unos 4.000 kilómetros en cada sentido del trayecto. Y es que al tratarse de un quebequés Marcel Bon Brie se expresa en francés, cuenta las distancias en kilómetros y, eso no cambia, considera que no hay mejor camión que el Peterbilt 379. En este caso se trata de un modelo algo más antiguo que el de Kriss.
Los caballos se salen del motor…
El recargadísimo 379 de Marcel es un vehículo fabricado en 1989 y cuenta con un motor, igualmente indestructible a juzgar por lo que nos cuenta, CAT de 425 CV de potencia, unido a una transmisión de 15 velocidades.
Unas cifras que podrían hacer pensar a cualquiera que nos estamos refiriendo a un camioncito de lo más vulgar. Pues bien, tal y como Marcel y Kriss nos demuestran, vulgar no parece exisitir en el vocabulario de quien conduce un 379.
Un tren en miniatura se aloja en el escalón transparente
«Nos dedicamos al transporte de carga general, la compañía creció con el esfuerzo de todos, familia y trabajadores, yo la dirijo pero no puedo hacerlo desde la oficina. Sigo al volante de este camión desde 1989 y todo lo que le hemos añadido para personalizarlo se ha hecho en nuestro taller, de modo artesanal y como un homenaje a lo que es la historia del transporte en Norte América desde la época en que todo dependía de los caballos, pasando por el tren de vapor y llegando a los modernos camiones.» Si bien Marcel comparte la pasión por el oficio y los Peterbilt 379 con nuestro anterior protegonista, este empresario no puede decirse, ni por asomo, que tenga en la personalización de su increíble camión el minimalismo como virtud. El tuneo de un Pete según un autónomo y un flotista
En el cofre bajo la litera se esconde un mini saloon del viejo oeste
Ni mucho menos. La pintura del camión recuerda a una especie de capilla sixtina sobre ruedas dedicada al salvaje oeste… Pero el motivo de la decoración es casi lo de menos. Sorprende la magnitud de detalles sumados sobre esta carrocería. Marcel está habituado a ver gente sorprendida a su alrededor: «La gente se comporta estupendamente bien, comprenden el esfuerzo y la dedicación que significa llevar un camión así. » Cuando Marcel señala hacia la máquina que tiene tras sí y dice así, no significa que deba cuidar de algunos cromados, que también, sinó que en un escalón lateral de acceso a la cabina existe un tren eléctrico en minuatura dentro de una vitrina.
Las conexiones entre el semi y la cabina son las riendas de una carreta del siglo XIX, donde debería haber el portaequipajes, bajo la litera hay un saloon en miniatura, las manetas para abrir la bodega de carga del furgón son revólveres colt y ya si hablamos de la cabina… La palanca de cambios es una culata de rifle Winchester, las manetas de las ventanillas son tambores de Colt…
Un trofeo más
En fin que si el inmortal y cinematográfico John Wayne fuera camionero se sentiría la mar de agusto en una cabina como esta. Tanto esfuerzo se recompensa y Marcel siempre que puede acude a concursos como el Pride & Polish que se celebró durante el último Las Vegas Truck Show. Pese a ser el único representante extranjero en el certamen, los trucker se rindieron ante la pasmosa espectacularidad de este Peterbilt 379 canadiense, pese a la dura competencia que significaron rivales como el Lowlife de Kriss. Al final Marcel abandonaría la ciudad de los casinos luciendo un trofeo más en su camión, el que otorga el público de un Pride & Polish, el más preciados por los truckers.
Ya disponible últimas pruebas en el canal oficial de Encamión en YouTube.