Malos humos y pésimos políticos… (16-11-2016)

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    La climatología es compleja y caprichosa, tanto en estos tiempos de cambio climático y grandes urbes motorizadas como en la antigüedad cuando el alimento de cualquier persona dependía de la buena o mala cosecha. El moderno urbanita se había habituado a vivir en su burbuja, una burbuja quizás llena de polución eso sí, sin apenas mirar al cielo más que cuando en la prensa le dicen que hoy toca «superluna» o cualquier otro evento astrónomico de esos que quedan superguays con una fotito, perdón quise decir «selfie» en el perfil de facebook.

    Promover el uso de camiones a gas natural por parte del transporte sería una medida eficaz frente a la contaminación.

    Sin embargo, ya lo cantaba el novel Nobel de literatura Dylan, los tiempos cambian y eso significa que ahora el urbanita, sobre todo el urbanita madrileño, debe volver a adquirir el hábito de mirar al cielo, para así al menos tratar de adivinar si con la bruma suspendida en el cielo la bienpensante administración de la señora alcaldesa, ya sabéis «Carmena», le va a permitir o no al día siguiente utilizar el automóvil. Sí, porque como si de una comuna hippie se tratara, ahora por lo visto te pueden decir a las once y pico de la noche si al día siguiente tendrás derecho a utilizar tu coche o no. Suponemos que en la corporación municipal creerán que la gente se monta en el coche a meterse en los insufribles atascos matutinos de la M30 por capricho… Pero en fin, aunque ineficaz, admitimos que las prohibiciones de circular en automóvil son bienintencionadas. La realidad es que el aire de Madrid, así como el de otras muchísimas de nuestras ciudades, no es precísamente una mezcla saludable para los pulmones de cualquiera de nosotros. Los escapes procedentes de la automoción tienen parte de culpa, pero industrias, tráfico áereo en el caso madrileño y marítimo en el de Barcelona, tienen buena parte de culpa de la irrespirabilidad del ambiente.

    Y claro, somos verdes, bueno verdes de verdad no, pero decimos que somos ecologistas y algo habrá que hacer. entonces nos parece, a los políticos, cojonudo que si prohibir circular a más de 70 por una autovía de cuatro carriles, como si un coche en tercera no emitiese más humos que en quinta, o incluso prohibir aparcar en el centro o simplemente exigirte que te metas donde te quepa un vehículo ese día pese a los muchos impuestos que has pagado para poder utilizarlo. Mirad, todas esas medidas tienen una ventaja. Molestan mucho y por tanto se habla mucho de ellas en la calle y en los medios de comunicación, de modo que a los votantes, perdón, quise decir ciudadanos, más incautos les parecerá que desde su Ayuntamiento se está haciendo algo efectivo contra la contaminación. Efectivo puede, pero contra la movilidad del sufrido contribuyente.

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    Si en dichos ayuntamientos, porque desde luego no es el de Madrid el único donde faltan ideas prácticas y creadas desde el conocimiento de la materia, se hubiesen molestado un poco en estudiar las soluciones que desde el propio sector de la automoción existen quizás podrían promover la puesta en marcha de vehículos de reparto y distribución, si esos camiones que cada día circulan porque son imprescindibles para el funcionamiento de una ciudad, movidos a gas natural, con motores eléctricos o híbridos. Si se promovieran actuaciones de ese tipo entre los transportistas, fuera de las propias flotas municipales que son minoría en el parque móvil, se estaría actuando efectivamente en favor de la disminución de la contaminación efectiva. No cuando un nivel cause una alarma sinó cada día en todo momento. No digamos ya si en vez de potenciar irrealmente el coche eléctrico se potenciaran esos usos entre los automovilistas. Esperemos que algún día los políticos decidan mirar más allá de su nariz para buscar soluciones, porque de otro modo en nuestras grandes urbes tenemos contaminación para rato…