Carbones Josepín y su Peterbilt 379
La locomotora de Fabero
La zona minera del Bierzo tuvo su época de esplendor cuando las calefacciones e incluso los trenes dependían del mineral negro para calentar sus calderas. En la actualidad el carbón ha sido desbancado de su lugar preponderante por otras fuentes de energía como el petróleo, pero algunas personas se empeñan en recordarnos anteriores tiempos del modo más espectacular. Carbones Josepín y su Peterbilt 379 Texto y fotos: Joan Garriga
Desde luego las carreteras montañosas de León no parecen el mejor lugar para darse de bruces con el cromado y espectacular morro de un Peterbilt auténticamente norteamericano. Pero eso era precísamente lo que nos habían dicho que podríamos encontrar al final de nuestro camino si buscábamos la base de camiones de Carbones Josepín, en Fabero, por increíble que parezca. Marcial Díaz, quien trabaja durante ocho horas con un Iveco enganchado a una bañera de aluminio cada mañana, abasteciendo un lavadero de carbón, nos lo había asegurado: “Ven por la tarde y verás lo chulo que es. ¡Una guapada!”
Con esa contundente presentación no quedaba más remedio que disponerse a recorrer los kilómetros que fueran y comprobar in situ que no solo de Ivecos se nutre la carretera. Nada más llegar a la empresa de nuestro amigo, fundada por su suegro 35 años atrás, vemos aparecer una imponente mole cuyo brillo con el sol de la tarde hace casi imposible que ni los más despistados o aquellos dotados de menos agudeza visual pasen sin
percibir su presencia. Sí, desde luego. Se trata de un Peterbilt de los de toda la vida, el modelo de camión americano más clásico y el preferido por los trucker, los camioneros estadounidenses que recorren miles de millas en cada uno de sus viajes y convierten sus monturas en su auténtico hogar.
Sin error posible
Únicamente nos conocemos mediante una breve conversación telefónica, pero no hay error posible, Marcial tiene que ser ese afortunado que sonríe al volante de un estupendo Peterbilt recién lavado, que no ha dudado en sacar su montura al sol para que así se seque un poco antes de iniciar nuestra sesión fotográfica. Además, para un reportero despistado, no hay mejor indicador que un peterbilazo reluciente visible desde varios kilómetros a la redonda. Hechas las presentaciones, Marcial nos explica que en la empresa trabajan ocho camiones normales, por así decirlo, siete Ivecos y un Volvo. Todos son tractoras salvo el pequeño dos ejes cisterna con el que
reparten gasóleo y el resto enganchan bañeras para el carbón o bien cisternas de pulvurulentos. Todos ellos son eficaces camiones europeos con sus cabinas que en poco más de dos metros de longitud son capaces de albergar a un conductor, su acompañante y un par de literas para que ambos pernocten. Muy poquito que ver con lo que tenemos delante. Y es que en el mismo espacio que un Stralis dedica al motor, conductor y literas en el Peterbilt apenas si nos cabe el enorme capot para el motor.
“Este camión es sólo un capricho. No lo tenemos para trabajar, pero es una maravilla poder conducirlo. Aunque es un vehículo histórico de los años 80 se trata de un camión estupendo que supera a otros mucho más modernos que él. Tiene un motor Cummins de 525 CV de potencia y un cambio Fuller de diez velocidades.”
En definitiva, estamos nada más y nada menos que ante un Pete 379, un clásico de las rutas estadounidenses de los años 80, una tractora pensada para poder llanear durante horas a más de 70 millas por hora, que se ha convertido en uno de los camiones míticos al otro lado del Atlántico. Por eso su estructura es simple, una gran espacio para un poderoso motor, una pequeña cabina tras el capot donde apenas si caben dos asientos y decenas de relojes y manetas para manejar esa imponente máquina. Eso sí, entre los dos asientos de la cabina un hueco permite pasar al dormitorio. En un auténtito camión americano el sleeper, como se denomina en USA al dormitorio, es una especie de pequeña carrocería independiente a la propia cabina, de modo que cada transportista lo puede encargar más o menos grande en función de lo largas que sean sus rutas. El de nuestro amigo Marcial, sin ser de los mayores, permite disfrutar de un gran sofá cama y amplios armarios. De modo que este Peterbilt de capricho se convierte en algo así como una estupendísima autocaravana para disfrutarla en el tiempo libre. Carbones Josepín y su Peterbilt 379
“Este camión no lo quería para trabajar, pero era un sueño de toda mi vida. Me gusta muchísimo y es increíble poder conducirlo. Llama muchísimo la atención y la verdad es que cuando andas con él si hicieras caso a toda la gente que te saluda y pregunta cosas no terminarías nunca los viajes.”
Por el momento una de las principales actividades de este Pete 379 es la de participar en la concentración anual de San Cristóbal organizada por la Asociación Cultural de San Cristóbal Fabero, que cuenta con unos 70 socios, transportistas de la zona, entre los cuales ni que decir tiene se encuentra nuestro protagonista de hoy. Eso y, de paso, homenajear a los mineros que durante décadas extrajeron el negro carbón de las entrañas de la tierra,puesto que ese ha sido el motivo elegido para decorar el Pete. Por si no resultaba suficientemente espectacular ya de origen. Queda claro que cuando uno ama su oficio tanto como Marcial todo parece poco para demostrarlo. Carbones Josepín y su Peterbilt 379
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